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A lo largo de la época prehispánica el ámbar fue un producto mineral sumamente valorado en la elaboración de ornamentos. Se trata de una gema de origen orgánico, producto de la fosilización de una resina vegetal ocurrida durante más de veinte millones de años en las tierras altas del norte de Chiapas.

El ámbar es una resina fósil de gran transparencia y brillo cuyos únicos yacimientos conocidos en Mesoamérica se localizan en las tierras altas del norte y centro de Chiapas. Desde la época prehispánica fue sumamente apreciado para la elaboración de ornamentos y en los intercambios comerciales; según las evidencias arqueológicas y la información registrada en las fuentes históricas, llegó a regiones lejanas como el Altiplano Central, Oaxaca la costa del Golfo, la región zoque del occidente de Chiapas y el área maya.

Los yacimientos de Chiapas

Aunque hay yacimientos en otras partes del mundo, el ámbar de Chiapas presenta características especiales. En su estado natural aparece en forma de nódulos de color amarillo, rojizo o dorado, dentro de estratos de areniscas calcáreas marinas y capas de lignito en formaciones geológicas correspondientes a la parte final del Oligoceno y principios del Mioceno, con una antigüedad de 22.5 a 26 millones de años. Se ha determinado que su origen paleobotánico fue la resina de una leguminosa del género Hymenaea, ancestro del árbol conocido localmente como guapiñol.

Para que una resina se transforme en ámbar son necesarios diversos factores. En primer lugar, al ser cubierta rápidamente por la vegetación y el suelo, resiste a la descomposición producida por el sol, la lluvia, el aire, las temperaturas extremas y los microorganismos. Después de millones de años, la resina se endurece y los aceites esenciales se reducen, y se convierte en ámbar.

Los yacimientos explotados en la actualidad se localizan en zonas de barrancas que se deslavan periódicamente con las lluvias, con lo cual quedan expuestos los estratos ambaríferos. Especialmente famosa por su producción es la región de Huitiupan-Simojovel, en las montañas del norte de Chiapas. Otra fuente importante se localiza en Totolapa, en el descenso hacia la Depresión Central, y se han reportado más yacimientos en Ostuacán y Mal Paso, hacia el occidente. Hoy en día los amuletos de ámbar se siguen utilizando en forma tradicional entre diversos grupos indígenas de la región para proteger a los niños contra el “mal de ojo”, aunque durante la época colonial su función primordial era la confección de rosarios.

Respecto a los yacimientos, resulta de interés el comentario de fray Francisco Ximénez sobre la piedra de ámbar en su Historia Natural del Reino de Guatemala, redactada en Sacapulas en 1722:

Esta que entre españoles se llama reuma la hay en la América. Es mineral, de adonde se saca, o cantera. Y la hay en aqueste Reyno de Guatemala en la Provincia de Chiapa en un pueblo llamado Totolapa, y entiendo que la hay en Chiapa de Indios. Lábrase muy bien por aquellos indios, de que hacen rosarios, y ymagines [imágenes], y muchas curiosidades, y guele mucho, en especial en refregándolo que se caliente, y entonces levanta una paxa en alto.

En este caso Ximénez se refiere al yacimiento de Totolapa; es posible que efectivamente existiera algún tipo de control de la explotación del ámbar de esta fuente por parte de la antigua capital chiapaneca. Destaca la completa integración del ámbar al culto cristiano en la época colonial pues con él se elaboraban rosarios e imágenes, y se le reconocía la capacidad de adquirir una carga eléctrica por frotación.

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